17 diciembre 2018

Anwar al-Bunni, cuatro décadas luchando contra la impunidad en Siria

Tras defender en Damasco a decenas de prisioneros políticos, el abogado sirio se aferra ahora al principio de jurisdicción universal desde Alemania para juzgar a responsables de crímenes contra la humanidad


Anwar al-Bunni

Leila Nachawati Rego | Laila M. Rey

"La deshumanización fue desde siempre una táctica del régimen, que trata el país y a sus habitantes como si fuesen de su propiedad". Habla Anwar al-Bunni (Hama, 1959), destacado abogado sirio de derechos humanos, durante una conferencia celebrada en Madrid el 8 de diciembre. El evento, titulado Convoy por la liberación de los presos sirios, forma parte de la campaña mundial para liberar a las personas sirias detenidas de forma arbitraria tanto por el régimen sirio como por grupos como Hayat Tahrir al-Sham (la al-Qaeda siria). Allí se congregaron miembros de la sociedad civil, abogados internacionales y exprisioneros, cuyos testimonios ilustraron las palabras de al-Bunni.
"En las cárceles sirias cuesta respirar. Nos turnábamos para aspirar algo de aire de una pequeña rendija. Los que tenían problemas respiratorios no sobrevivían. Éramos 123 personas en una celda de seis por cuatro con acceso tan solo a un grifo y a un agujero en la esquina de la celda", relata Marwan al-Ash, arquitecto y superviviente de la cárcel, por la que pasó tanto antes como después del levantamiento popular de 2011.
Mucho antes de las protestas de 2011, Siria era ya conocida por sus tácticas de represión y tortura de presos políticos. Figuras como la desaparecida Razan Zaituneh, abogada de derechos humanos, o el propio Anwar al-Bunni, han trabajado en documentar esas violaciones, con un énfasis especial en el período conocido como 'la primavera de Damasco'.

La primavera de Damasco

"No se puede luchar contra el extremismo de forma individual. Para luchar contra él, hay que cuestionarse las estructuras, los climas que favorecen su florecimiento", defiende al-Bunni en referencia a Daesh y otros grupos que se asentaron en la zona aprovechando el caos y la impunidad. Una impunidad que se relata con crudeza en El caparazón, libro publicado recientemente en el que el exprisionero Mustafa Khalifa narra la experiencia de un civil encarcelado durante el mandato de Hafez al-Asad.
En el clima de represión que caracteriza a la Siria de los Asad hubo a principios de siglo un breve período de esperanza conocido como la 'primavera de Damasco'. Ocurrió tras el fallecimiento de Hafez al-Asad y durante el ascenso al poder de su hijo Bashar, que se proponía como promotor de reformas en el país, abierto al diálogo y a las críticas. El espejismo duró poco, y quienes se confiaron lo pagaron caro. Durante esos meses de transición entre dictadores se celebraron a lo largo y ancho del país reuniones donde se debatía el futuro del país y se presentaban propuestas, se publicaron revistas como al-Domani, del dibujante Ali Ferzat (al que años después fuerzas del régimen rompieron las manos en represalia por sus dibujos), intelectuales comunistas perseguidos durante décadas se expresaron con libertad y contundencia. El país, con su capital a la cabeza, se contagió de una atmósfera de optimismo que propició que un grupo de intelectuales publicasen un manifiesto que constataba que "ninguna reforma, ya sea económica, administrativa o judicial, traerá la seguridad y la estabilidad si no va a acompañada de las requeridas reformas políticas".
La reacción a la apertura prometida fue, tras la publicación de ese manifiesto, la detención de cientos de hombres y mujeres que habían liderado las iniciativas de petición de libertades y reformas. El recién nombrado presidente de la república hereditaria de Siria rechazó las críticas y comenzó una campaña masiva de arresto de los partícipes de la primavera de Damasco.
Las detenciones incluyeron a los principales miembros de la sociedad civil de entonces, como Walid al-Bunni y Kamal al-Labwani, a diputados independientes como Mamun al-Homsi y Riad Sayf, o al conocido opositor comunista Riad al-Turk, que había pasado 17 años en la cárcel y fue condenado a prisión de nuevo con 72 años. La defensa de varios de estos detenidos, incluido el propio Turk, la lideró Anwar al-Bunni, uno de los pocos que se atrevía a acometer una tarea que lo colocaba a él mismo en el centro de la diana.
Al-Bunni lleva desde los años 80 denunciando las condiciones infrahumanas de los detenidos y detenidas en Siria. Fue jefe del breve centro de capacitación en derechos humanos financiado por la Unión Europea en Siria, hasta que el Gobierno lo cerró en 2006. Convencido de la necesidad de su trabajo, a menudo financiaba la defensa de su propio bolsillo. Una de las más conocidas fue la de Aref Dalila, exdecano de la Facultad de Economía en la Universidad de Damasco.
Como miembro activo durante la primavera de Damasco, Dalila fue detenido en 2002 tras una conferencia en la que abogaba por una mayor transparencia en el Gobierno y medidas contra la corrupción. Al-Bunni denunció que Dalila había sido golpeado durante su interrogatorio, presentando como evidencia un pañuelo manchado de sangre. Tras la acusación, se prohibió a al-Bunni ejercer ante la Corte Suprema de Seguridad del Estado y Dalila fue condenado a diez años de prisión.
Más tarde, en 2006, el propio abogado fue encarcelado tras firmar la Declaración Beirut-Damasco, que respaldaba el respeto a la soberanía de Líbano, mientras recibía premios internacionales por su labor, como el que entrega Front Line Defenders a defensores de derechos humanos en situación de riesgo, o el de la Asociación Alemana de Jueces.

Defensor de la justicia universal

En 2014, tres años después del inicio de las protestas en Siria, al-Bunni decidió salir del país e instalarse en Alemania. Desde allí, junto con otras personas exiliadas y víctimas de torturas, estudia diferentes mecanismos políticos para perseguir a los perpetradores de abusos contra presos y presas en las cárceles sirias. Los abogados sirios luchan ahora para que se pueda llevar el caso a los tribunales europeos, ante la imposibilidad de hacerlo tanto en territorio sirio como a nivel internacional, por los vetos de Rusia y China.
Durante los años en los que al-Bunni trabajó defendiendo los derechos humanos en Damasco, se topó con la impunidad de un régimen que respondía a las críticas con más encarcelamientos, torturas y desapariciones. Durante sus años en el exilio no ha dejado de toparse con otro tipo de obstáculos: los que imponen países que por sus propios intereses arropan al régimen sirio. Al-Bunni asegura no perder la esperanza, sobre todo tras la aparición del archivo César, que incluye más de 28.000 imágenes que salieron a la luz pública mostrando a miles de personas víctimas de tortura y fallecidas bajo custodia del régimen.
De no haber esperanza, piensa, nadie estará seguro en los próximos años. "Si no se castigan estos crímenes, el clima de impunidad será cada vez mayor, con dictadores cada vez más fortalecidos. Nos interesa a todos, no solo a los sirios, que haya justicia frente a los crímenes contra la humanidad. Estos criminales no pueden ser parte de la solución", recalca al-Bunni.
En esta lucha contra la impunidad, la campaña mundial para liberar a los detenidos proseguirá su andadura, siendo los supervivientes y los familiares de los desaparecidos el vivo testimonio de la tragedia que no cesa en Siria.
Previamente publicado en El Diario.es, puede consultarlo aquí.

17 julio 2016

Bombas rusas contra refugiados en la frontera entre Siria y Jordania



Imagen del campo de refugiados de Hadalat Foto: Muhammad Hamed AFP | Vídeo: ISIDRO SERRANO SELVA

Al menos 12 personas han muerto y otras 40 han resultado heridas en un ataque aéreo sobre un campamento de refugiados instalado en la frontera noreste de Jordania con Siria, informa Reuters. Un alto cargo diplomático confirmaba el incidente a esta fuente e indicaba que los ataques habrían sido lanzados por aviones de combate rusos, según las primeras informaciones.
El suceso se ha producido cerca del campamento Hadalat, a sólo 80 kilómetros de la ciudad jordana de Ruwaished. De confirmarse, éste sería uno de los bombardeos más cercanos a la frontera jordana desde el inicio en septiembre pasado de la campaña de bombardeos aéreos del Kremlin en apoyo al Gobierno sirio contra la oposición armada que lucha para derrocarlo. En un vídeo difundido por las redes sociales podían verse imágenes del instante de los bombardeos y de las víctimas, entre ellas varios niños. Diversos medios aseguran también que los civiles víctimas de los ataques eran familiares del grupo opositor Asoud Al-Sharqiya, los Leones del Este, que combate al autodenominado Estado Islámico.

Las incursiones aéreas se producen tres semanas después del ataque suicida del pasado 21 de Junio contra el puesto fronterizo de Rukban, en el noreste de Jordania, que acabó con la vida de siete soldados e hirió a otros 13. El incidente cuya autoría asumió el IS (Estado Islámico por sus siglas en inglés), dramático pero previsible desde hacía meses, tenía lugar cerca del emplazamiento donde miles de refugiados se han instalado a la espera de entrar en el país vecino. Ya en febrero el Rey de Jordania Abdullah II afirmaba en una entrevista para la BBC que en estos campos "existen elementos del IS. Hay presión por parte de la Comunidad Internacional por dejarles entrar pero es un problema de seguridad nacional fundamental para todos nosotros".

Muchas voces dentro del Reino Hachemita se manifestaron los días siguientes en contra de la política de puertas abiertas. El país que acoge, según las propias autoridades, un millón y medio de sirios, declaraba el mismo día su frontera como zona militar cerrada. Una medida de seguridad que al mismo tiempo impedía que los organismos internacionales accedieran al recinto de servicios donde, atrapados en un área desértica y desmilitarizada de la frontera jordana, 85.000 refugiados -según cifras de Naciones Unidas- recibían agua, comida y asistencia sanitaria.

A pesar de la medida, las autoridades jordanas han vuelto a permitir el acceso de agua potable a la población asentada en la zona, según UNICEF. Además, varios heridos del reciente bombardeo han conseguido cruzar para ser atendidos en territorio jordano. Sin embargo, la harina y otros productos de primera necesidad entran con cuentagotas. Las altas temperaturas y el acceso esporádico a los alimentos generan enfermedades de piel, diarrea y malnutrición, según el último comunicado emitido por Médicos Sin Fronteras. El 51 % de la población son niños.


En tierra de nadie

El área que aloja a los refugiados en la frontera jordana es, en palabras del jefe de misión MSF OCA en Jordania, Luis Eguiluz, una especie de terraplén artificial de aproximadamente dos metros de alto construido con fines estratégicos. "No son campamentos porque no existen los servicios mínimos garantizados para que puedan llamarse así", defiende Eguiluz. La falta de electricidad y agua hacen que las condiciones de vida durante estos meses estivales sean un calvario para la población que sobrevive en precarias tiendas de campaña.

Al área desmilitarizada no tienen acceso ni el Ejército ni el personal humanitario. Allí se levantan los dos emplazamientos que alojan en total a más del número de refugiados que hay en el conocido campamento de Zaatari: los llamados campos de Rukban, único acceso posible de civiles a Jordania, y Hadalat. Para Jordania, los puntos calientes por dónde el IS intenta infiltrarse en territorio jordano. Para las principales organizaciones humanitarias el destino principal de toda la ayuda que logran reunir.

"En Hadalat, los refugiados son principalmente de la provincia de Dar'a mientras que en Rukban vienen de Alepo, Homs, Rakka, Deir Alzor y últimamente, Palmira. Huyen de la violencia en general, pero especialmente desde que empezaran los bombardeos aéreos" afirma Eguiluz. Varias organizaciones, entre ellas MSF, defienden la pronta reanudación de las ayudas a estos refugiados y como solución a largo plazo, el correspondiente realojo a terceros países.

Jordania ha quedado descartado dado el alto número de refugiados que alberga y el último atentado suicida. Como declaraba el Rey Abdullah II en la entrevista para la BBC: "Si quieren adoptar el nivel moral más alto en este tema, los llevamos a todos a una base aérea y estaremos más que felices de reubicarlos en su país". De momento, ningún país ha aceptado la oferta.

Artículo publicado en EL MUNDO, que incluye vídeo producido por INSAN MEDIA.

16 agosto 2015

Sobrevivir a los barriles de la muerte

Isidro Serrano Selva

Un equipo de MSF trata de salvar en Jordania a las víctimas de la guerra en Siria desde un hospital que se encuentra a tan sólo cinco kilómetros de la línea de fuego.


Cuando el silbido te taladra los tímpanos ya es demasiado tarde. Suena como un misil pero en realidad es mucho peor porque no están teledirigidos. El barril explosivo, una de las principales causas de muerte en Siria según la ONU, puede arrasar una manzana de edificios en apenas unos segundos. Normalmente caen dos al mismo tiempo. Son baratos de fabricar, pesan alrededor de 180 kilos y están llenos de explosivos y fragmentos de metal. Son transportados por helicópteros y lanzados al azar desde lo más alto posible para no ser atacados y causar el mayor número de víctimas.

"Más del 70% de los heridos que recibimos sufren lesiones y múltiples heridas a causa de las explosiones", afirmaba Renate Sinke en Julio, coordinadora del programa quirúrgico de emergencia de Médicos sin Fronteras (MSF) en Ramtha. Hasta este hospital jordano son evacuados los heridos de gravedad de la provincia siria de Deraa y hasta allí se trasladó EL MUNDO, situado a tan sólo cinco kilómetros de la frontera siria, en el norte del Reino Hachemita.

En las dos salas de operaciones del hospital, decenas de médicos desafían a la muerte desde su apertura en Septiembre del 2013. Allí no hay espacio para el odio, nadie sabe quiénes son los pacientes o qué hacían: lo único que importa es devanar el fino hilo que los separa del más allá. Algunos se quedan en la ambulancia o en el quirófano, pero muchos otros, milagrosamente, salvan la vida para volver al horror. "No podemos obligarles a quedarse en Jordania. Algunos fueron trasladados inconscientes y se despiertan aquí. Por eso alrededor de la mitad de los pacientes que sobreviven deciden volver a Siria", explica la doctora jordana Mayed AlAduan, que lleva medio año trabajando para MSF.

Volver al horror

Allí conocimos a Yunes, de 22 años. Las huellas de metralla en su cara dicen todo lo que no le permite su voz. Tiene la mitad del rostro cosido como un muñeco de trapo y tan sólo se asoma uno de sus ojos color miel. Apenas escucha con claridad las preguntas. Tiene las manos vendadas y el resto de su maltratado cuerpo oculto bajo la sábana. Catorce es su nuevo número de la suerte: son las veces que ha sido herido desde que comenzó el conflicto en Marzo del 2011. Lleva cuatro días en el hospital y los médicos no descartan volver a verlo tras darle el alta. "Algunos pacientes reaparecen en el hospital meses después de haberlos operado", reconoce una de las doctoras.

"Antes de la guerra, trabajaba en una empresa que vendía material médico en Damasco. Soñaba con tener una vida normal, casarme y vivir en paz en mi país. Pero en cuanto empezó todo me volví a Deraa", relata Yunes, el paciente que dice haber sido intervenido 14 veces y que recibió a EL MUNDO tumbado en una de las 40 camas que dispone MSF. Prefiere no decir mucho más. Sólo piensa que, pese a lo sufrido o precisamente para mantener viva la esperanza, la situación mejorará. No duda en declarar que volverá a Siria en cuanto se recupere. "Sé que habrá una decimoquinta vez".

Aisha, de 36 años, no está tan segura del futuro de Siria mientras se permita maniobrar a los aviones y helicópteros. Esta mujer de ojos celestes es madre de seis hijos y apenas lleva 5 días en el hospital. Pide que no se le fotografíe el rosto por miedo a que las autoridades sirias la reconozcan. Asegura que un barril explosivo destrozó sus piernas. No piensa en otra cosa que en regresar. "El más pequeño de mis hijos tiene un año y cada vez que hablo con él por teléfono no hace más que repetir: mamá, mamá. Volveré con mis hijos porque son mis hijos y volveré a Siria porque es mi país", dice con voz muy dulce pero firme.

El hospital de MSF se encuentra alojado en un edificio propiedad del Ministerio de Sanidad jordano. Las salas de operaciones y el equipo médico son compartidos por el personal sanitario de ambas entidades. Pacientes jordanos comparten espacio con víctimas de guerra. La mayoría de los pacientes adultos regresan a sus hogares. No desean permanecer en Jordania mientras sus familiares corren peligro en Siria. En cambio, los niños que fueron evacuados junto a sus progenitores tienen la oportunidad de rehacer sus vidas en Jordania.

Un traslado peligroso

La seguridad de saberse a salvo en territorio jordano no libra a los pacientes del ruido de las bombas. Las oyen caer y explotar a cinco kilómetros de allí. Entonces saben que llegarán más heridos. Se activa el mecanismo de evacuación en el instante en que los médicos locales deciden in situ que las lesiones sufridas son de tal gravedad que no pueden ser tratadas en territorio sirio. Los ataques indiscriminados hacen imposible el equipamiento quirúrgico adecuado.

El tiempo es fundamental pero el camino está plagado de checkpoints. Los coches, conducidos exclusivamente por locales -no hay personal de MSF en Deraa-, deben cruzar las áreas controladas tanto por el Ejército Sirio como por sus oponentes. "Después de tantos años, se ha conseguido un acuerdo de libre circulación de las víctimas más graves" recalca Anais, responsable del departamento de Asuntos Humanitarios de MSF, señalando un mapa del país.

Una vez cruzan la frontera de Tal-Shihab, al suroeste de Siria, son recibidos y tratados inmediatamente por la Defensa Civil Jordana. La gravedad de las heridas apremia y no hay tiempo para identificaciones. Los evacuados entran en Jordania bajo un estatuto especial y deberán registrarse como refugiados una vez se hayan recuperado y deseen permanecer en el país.

Si el cuadro clínico es muy complicado, son trasladados en ambulancia hasta el hospital de MSF en Ramtha. "Los pacientes sufren politraumatismos, siendo muy complicadas de tratar las heridas en cabeza y abdomen", explica la doctora Mayd AlAduan. "Sabemos que son barriles bomba por el tipo de lesiones y las marcas de metralla en el rostro y extremidades", revela. Según MSF, el 15-20% de los pacientes sirios que llegan al hospital son niños.

La resolución que no se cumple

Durante el mes de julio Médicos sin Fronteras ha visto un incremento en el número de pacientes víctimas de los barriles explosivos utilizados en la provincia de Deraa. La principal causa de la elevada cifra de muertos en lo que va de conflicto es debido a los ataques deliberados contra zonas residenciales, incluidos los bombardeos indiscriminados y desproporcionados, según declaraba el pasado 23 de junio Paulo Pinheiro, presidente de la Comisión Internacional Independiente sobre Siria.

Para evitar los embistes que se están cebando con la población civil, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó en febrero del 2014 la Resolución 2139 por la que se exigía el cese de los asedios en áreas pobladas, incluido el fin del lanzamiento de barriles de dinamita contra la población civil. Lejos de cumplirse dichas demandas, el lanzamiento de barriles se ha incrementado desde la aprobación de la medida según Human Rights Watch. No existen acciones legales contra los incumplidores porque no se recogieron en dicha Resolución

El riesgo de entrar en Siria por el caos que asola el país hace imposible el trabajo de miembros de organizaciones no gubernamentales que podrían paliar sobre el terreno el sufrimiento humano, así como impide el acceso a periodistas extranjeros que podrían documentar y dar voz a sus víctimas. Ante la incapacidad de la Comunidad Internacional de hacer cumplir su propia resolución, los barriles explosivos seguirán siendo una de las armas más mortíferas en el conflicto sirio.

15 agosto 2015

[Pictures] Taekwondo in Zaatari refugee camp

In Jordan’s largest refugee camp, a Korean NGO has set up a taekwondo academy to help boost Syrian children’s strength and self-esteem. Pictures by Javi Julio.



Check out the full article here.

30 julio 2015

[VIDEO] Taekwondo heals children of Zaatari

Mohamed Al Barakat is a taekwondo teacher at a Zaatari refugee camp where more than half of its 90,000 inhabitants are children.


It was broadcast live on MSNBC.

Watch the full video here.

22 junio 2015

Día Mundial del refugiado: la historia de Al Barakat

Javi Julio / Nervio Foto
Mohamed Al Barakat llegó hace dos años con su mujer y sus cuatros hijos al campamento de Zaatari, en la frontera jordana y a tan sólo 10 kilómetros de su país, Siria. Atrás dejaba un panorama desolador: todo lo que conocía se lo había tragado la guerra. En su nuevo hogar, un habitáculo de chapa, olvidó cómo pronunciar las palabras antes o volver. Para este ex conductor de camiones su presente era el campo y encontró una manera de dar la vuelta a su destino: enseñar taekwondo a una generación de niños marcados por la violencia.


Texto: Laila Muharram y Daniel Rivas Pacheco

Fotos y vídeo: Javi Julio

Para ver el texto completo, pulsa aquí.

22 abril 2015

'Al Asad odia a los médicos porque ayudamos a la gente'

En una clínica psicológica de Amán, el doctor Shafik Amer intenta sanar los traumas de los niños sirios. Su objetivo es que entierren en la memoria el dolor causado por el régimen.

Javi Julio / Nervio Foto


Para ver el texto completo, pulsa aquí.

Escrito por Daniel Rivas Pacheco y Laila Muharram, con fotos de Javi Julio / Nervio Foto


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